Tejadita: Viajero y sibarita, con su obra en La Tertulia

Durante dos meses se expondrán 120 trabajos en diferentes formatos de Hernando Tejada. Habrá actividades interactivas con los visitantes del Museo. Una muestra que refleja la expresión de una personalidad desmedida y soñadora, como una visión alegre de u n m u n d o imaginario repleto de seres y lugares imaginarios.

La exposición es gratuita para todo el público. Estará abierta de martes a sábado 10:0 a.m. a 6:00 p.m. y domingo de 2:00 p.m. a 6:00 p.m.
Así se define la exposición ‘Tejadita: Viajero y sibarita’, que a través de 120 obras permitirá penetrar al mundo del maestro Hernando Tejada y el legado que dejó a Cali y al mundo.

Con la curaduría de William Contreras Alfonso y la asesoría de Ana María Gómez, el Museo La Tertulia albergará durante dos meses la obra del artista que convierte al mundo en un sitio extraño en el que una frondosa vegetación rebosante de animales puebla la tierra, donde enormes mujeres talladas en madera y profusamente decoradas de barroquismos pirograbados, pres-tan sonrientes sus servicios como teléfono, armario, jaula o atril, mientras juguetones gatos de ojos intensos nos miran con complicidad y misterio.

Serán 120 obras en diferentes formatos
las que podrán apreciar los visitantes.
La exposición, se realizará en las Salas ‘Maritza Uri-be de Urdinola’ y ‘Subterránea’ de La Tertulia. Allí se podrá apreciar la muestra que deja entrever una vida y una obra que estuvo cargada de magia, desglosando el mito de uno de los artistas plásticos más queridos y aclamados en el Valle y Latinoamérica. La obra de Tejada sobresalió por su estilo fuera de lo común, manifiesto en las alusiones al recargado barroquismo de la decoración popular, el humor pícaro, y en su decisión de trabajar una técnica como la talla en madera, la cual podría ser entendida como de uso primordialmente artesanal, señala el curador Contreras.

Quien destaca que, sin embargo, aunque sus creaciones se encontraban impregnadas de un estilo sui géneris respecto al trabajo de muchos de sus contemporáneos, sus intereses guardaban paralelismos importantes con las inquietudes de otros autores.

Paralela a la exposición, el Museo ha programado actividades en las que es posible que el público interactúe. El sábado, 20 de diciembre, se realizará la ‘Feria artística y artesanal: Paisajes, souvenirs del juego y la fantasía’, en la Plazoleta del Museo, entre 10:00 a.m. y 6:00 p.m.

Ese día también habrá Cine con la proyección Las películas de Hernando Tejada, que tendrán musicalización en vivo. Será a partir de las 7:00 p.m. en el Teatrino Al Aire Libre.

El Arca de Sofi llegará con su obra de títeres Madremonte, el domingo 21 de diciembre, a partir de las 4:00 p.m., en la Cinemateca.

El viernes 26 de diciembre se realizará el concierto Música Manglar, con la participación de Gualajo, Andrés Gualdrón y los Animales blancos, y Haga que pase. A las 7:00 p.m. en el Teatrino del Museo.

En enero la programación incluye títeres, ejercicios de caracterización en la Sala Didáctica, taller y de murales.

La exposición se extenderá hasta el 22 de febrero del próximo año.

Arte colombiano con un toque de Francia

‘Mujeres junto al mar’, de 
Luis Alberto Acuña, una de 
las obras que se exponen.
Con motivo de la celebración de los 70 años de la Alianza Francesa en Colombia, dicha institución –que se creó en 1883 en París– invitó a Eduardo Serrano Rueda a realizar una curaduría que mostrara los nexos que han tenido estos dos países a través del arte.

El resultado es ‘Siete décadas de ida y vuelta’, una exposición que recoge el trabajo de 33 artistas, algunos de ellos ya fallecidos, como Edgar Negret, Feliza Bursztyn, Luis Caballero, Eduardo Ramírez Villamizar, Emma Reyes y Rómulo Rozo, e incluye también a artistas contemporáneos.

Cuenta Serrano, en el texto de la exposición, que Reyes fue la primera artista en llegar a la ‘Ciudad Luz’, luego de la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en una ‘madrina’ para quienes llegaron posteriormente.

En la muestra predominan los formatos bidimensionales y el uso de materiales como el óleo o el acrílico. Aun así, hay espacio para la escultura, con obras como Espíritus del bosque (Gustavo Vejarano), Caracol diamante (Eduardo Ramírez Villamizar), Juguete andino (Édgar Negret), y una talla en madera de Rómulo Rozo, entre otras piezas.

‘Siete décadas de ida y vuelta’, se podrá ver hasta el 19 de diciembre, en la Se-de Centro de la Alianza Francesa. Entrada gratuita. Cra. 3 n.° 18-45. Bogotá. Tel.: 334-2263.

El arte gana espacio en más lugares inusuales



Una búsqueda de la armonía dentro de un caos artístico podría definir el trabajo más reciente del pin-tor Andrés Buitrago Roa (nacido en Bogotá, en 1986), que hace parte de un proyecto que busca espacios no convencionales para promover el arte. Desde los mismos nombres de sus cuadros (El cir-co de la vida o Un loco más), Buitrago busca cuestionar la vida, con una alta carga existencial. Se trata de obras trabajadas en técnica mixta de acrílico y pastel sobre lienzo, cuyo brochazo violento, combinado con palabras sueltas y rostros desfigurados, expresa una posición contra los flagelos del mun-do actual. “Siento que, a través de mi obra, puedo expresar to-dos mis sentimientos de dolor y rebeldía contra situaciones del mundo que nos rodea. ‘Existencialismo’ es una palabra clave en este trabajo, pues a veces me pregunto qué estamos haciendo en este mundo y me cuestiono la vida en todo momento”, dice el joven artista, que inició su proceso creativo en la publicidad. Buitrago también hace partícipe al espectador, a través de una serie de símbolos y de palabras subliminales, que indagan sobre su lugar en este mun-do. “Me gusta que la gente piense sobre lo que puede haber detrás del proceso de la obra”, concluye. 

Un documental sobre la vida de Jacanamijoy

Cuando Carlos Jacanamijoy era estudiante de arte tenía un sueño: ser co-mo los pintores de París, que tenían su estudio en una buhardilla. Y estuvo a punto de cumplirlo, solo que, cuando recibió una beca para estudiar en dicha ciudad, decidió rechazarla y volver a Santiago (Putumayo) y encontrar aquello que quería pintar.

Carlos Jacanamijoy (centro), en el Putumayo,
durante una de las grabaciones. Foto cortesía Nadín Ospina
Esa decisión, que le permitió adquirir el estilo artístico que lo ha consagrado como uno de los pinto-res más importantes en Colombia, es una de las anécdotas que se cuentan en un documental dirigido por Lorena Cervera y apoyado por la galerista Sandra Higgins. Este fue grabado en su pueblo natal, en Bogotá y en Londres, y se verá en el 2015. Mañana, una serie de cuentos cortos en los que el artista reflexiona sobre el racismo, se presentará en el Consulado General de Colombia en Londres, donde estará el artista.

“Cuando nos encontramos por primera vez c o n l a obra de Carlos Jacanamijoy nos quedamos absolutamente fascinadas y absorbidas por sus poderosas pinturas”, dicen ambas en una página que crearon en la plataforma Kickstarter, para recoger fondos para finalizarlo.

Además, desde hoy se podrá ver una muestra de obras hechas por Jacanamijoy en 20 años, en la galería Sandra Higgins, también en Londres y que incluye pinturas, serigrafías, dibujos y esculturas.

La artista Caty Cucalón llega con su obra al Art Basel Miami 2014

Fue seleccionada por segundo año a la feria de arte contemporáneo que se realiza desde hoy en Estados Unidos. Pinturas, esculturas, dibujos, instalaciones, fotografías y películas, en exhibición. A un lado de la playa y enmarcado en un sector con la clásica arquitectura Art Deco, desde hoy se vivirá una nueva versión del A r t B a s e l Miami Beach 2014, que reúne el mundo del arte con exposiciones especiales en museos y galerías de toda la ciudad.

Con Pare, óleo sobre lienzo, es una de las obras que podrán apreciar a los asistentes a la feria de arte.
La Feria Internacional del Arte en Miami es un evento hermano de Art Basel en Suiza, el más importante de los eventos artísticos del mundo en los últimos años, y allí estará la artista caleña Caty Cucalón, quien por segundo año consecutivo fue seleccionada para participar en la Art Basel Miami 2014-Spectrum Art Fair.

La pintora compartirá sus obras con siete artistas latinoamericanos en el evento que irá hasta el 7 de diciembre, que reúne a las mejores galerías del mundo, curadores, coleccionistas, diseñadores y amantes del arte.

Silvia Medina, curadora del proyecto, miembro fundadora de la Bienal de La Habana y del Wilfredo Lam Center de la capital cubana, quien además ejerce como directora ejecutiva de la Sala M e n d o z a d e C a r a c a s –Venezuela, fue la encargada de la selección de los artistas , buscando que estos sean fieles exponentes del arte latinoamericano.

Previo a su participación en el Art Basel, Caty Cucalón recibió mención de honor, en su participación en el ‘Primer Premio Grau a las artes 2014’, convocado por la Fundación Enrique Grau. El curador de esta muestra, Eduardo Serrano, manifestó, que es “importante porque demuestra el interés de los artistas nacionales, de medir sus obras con las de sus contemporáneos, de permitirles dialogar con las de sus colegas, diálogo del cual no hay duda que se beneficiaran y que les ayudara a clarificar métodos y propósitos; así como de valorar las nuevas maneras de difusión y circulación de las obras de arte”.

Obras como Con Pare, Loco por eso y Una pequeña corazonada hacen parte de los óleos que viajaron con la artista caleña al Art Basel Miami Beach, evento cultural que combina la exposición de arte con un intenso programa de actividades culturales, exposiciones, fiestas, y eventos multidisciplinarios de música, cine, arquitectura y diseño.

Cuenta con sus exposiciones paralelas donde se puede ver pintura, dibujo, escultura, instalaciones, grabado, fotografía, películas, actuaciones, vídeo y arte digital. El año pasado la feria reunió a 70.000 visitantes, este año se espera superar la cifra y presentarle al mundo las propuestas de artistas de todo el mundo. El Tiempo Diciembre 02 de 2014

Diálogo artístico que alude a lo natural

Carlos Restrepo Cultura y Entretenimiento
Alfredo Aya se formó en
el dibujo con el maestro
David Manzur.
Un diálogo en torno a la naturaleza de la luz y el color define la exposición que los artistas Patricia Correa y Alfredo Aya presentan en una moderna edificación, en el barrio San Felipe, nueva zona del arte bogotano.

Una serie de fotografías de páramos intervenidas y otra de óleos sobre lienzo, que exploran las figuras geométricas de la naturaleza, de Correa, dan la bienvenida al visitante, que luego se encuentra con las series Árboles de vida y Vitrales, de su colega Aya, en las que el artista hace un giro en su trabajo desde lo figurativo hacia una propuesta más abstracta.

“Busqué borrar un poco lo directo de la pintura figurativa, que es una lectura muy rápida, para buscar más una sensación o un estado anímico”, explica Aya, quien mezcla en su lienzo óleos y acrílicos para sugerir elementos figurativos y geométricos. Agrega que escogió el tema de los “árboles de la vida”, tan presente también en la iconografía mexicana, en donde el color ofrece una vibración especial.

Aya (1954) es colombiano, pero nació en París, en don-de vivió hasta los 21 años. “Cuando regresé, tuve que volver a adaptarme y, posiblemente, en ese proceso de aprender a ser colombiano, radica también el sentido del color en mi trabajo, que es algo muy definido y fuerte, propio del trópico”, anota Aya.

De manera coincidente, la artista Correa también debió reencontrarse con el país, luego de vivir fuera varios años. Y lo hizo caminan do las montañas y encontrándose con el paisaje particular de los páramos de Cundinamarca y Boyacá, que fue congelando con una cámara digital durante cuatro años.

Luego, en su estudio, comenzó a intervenir las imágenes, en un proceso en el que experimentó con papeles de distintos tipos, para envejecerlos y jugar con la gama de los verdes.

“El páramo es un paisaje que guarda cierto misterio. Un ambiente que, de alguna manera, da la sensación de soledad, algo que se contra-pone a la cantidad de vida que encierra. Y eso fue lo que me cautivó desde el comienzo”, comenta Correa, quien a través de su técnica, logra esa sensación borrosa, de niebla paramuna.

En la serie de óleo sobre lienzo hace un acercamiento como si se tratara de un lente macro: “Me interesaban los patrones que se repiten en la naturaleza misma, co-mo los que se encuentran en los líquenes, por ejemplo”, concluye Correa, cuya serie tiene el nombre de ‘Paramomemo’.

La exposición se encuentra en el piso tercero, en la diagonal 75B n.° 20-76, cerca de espacios como Flora Ars+Natura. Informes: 320-492 9186 Barrio San Felipe

Doce exposiciones llevará Colombia a Arco Madrid

Carlos Urroz (der.), director de
Arco Madrid, durante el anuncio.
Como país invitado de honor a la edición 34 de la feria Arco Madrid, la más importante del arte español, nuestro país protagonizará doce exposiciones, tendrá un pabellón institucional y llevará diez galerías, el próximo año.

Los nombres de los expositores se anunciaron durante la décima edición de la Feria de Arte de Bogotá (Artbo).

La participación nacional tendrá cuatro ejes temáticos, el primero de los cuales es el de museos dedicados al arte contemporáneo. Entre otros, estarán el del Banco de la República, el de Arte Moderno de Medellín, La Tertulia de Cali y el de la Universidad Nacional.

Las exposiciones fuera del recinto ferial serán Waterweavers (presentada con éxito en EE. UU.), Autorretrato disfrazado de artista, Muestrario, La paz se to-ma la palabra, La migración de las plantas, Naturaleza nominal y muestras individuales de Óscar Muñoz, Antonio Caro, Adrián Gaitán, Miguel Ángel Rojas, una retrospectiva del cine de Luis Ospina y una del espacio Flora.

Los espacios independientes estarán representados por Lugar a dudas, Casa tres patios, El parche, La agencia, Taller 7, La mutante, La usurpadora, Flora, Miami y La nocturna.

Además, habrá representación de las galerías Casas Riegner, Doce Cero-Cero, El Museo, Instituto de Visión, Jenny Vila, LA Galería, La Oficina, Nueveochenta, Sextante y Valenzuela Klenner.

Igualmente, de publicaciones artísticas, como libros catálogos y revistas editados durante los últimos cinco años.

Arco Madrid se realizará entre el 25 de febrero y el primero de marzo del 2015 en la capital española.


Leonardo Ramos ganó el Premio Prodigy - ArtBo

El artista presentó la instalación ‘Nigro’. Sara Gabriela Pinilla y Ana María Gómez-Londoño obtuvieron menciones de honor.

La obra ‘Las aventuras de
Pinocchio’ está basada en la
creación del italiano Carlo Collodi.
Con ‘Nigro’, una instalación multimedia que toma elementos de la clásica obra literaria Las aventuras de Pinocchio, del italiano Carlo Collodi, el artista Leonardo Ramos fue seleccionado co-mo el ganador del Premio Prodigy de este año. El galardón otorga una bolsa de trabajo y una residencia por 12 meses en el espacio Flora ars+natura, en Bogotá. El premio, que entrega desde el 2013 la Fundación Prodigy y que cuenta con el apoyo de EL TIEMPO y La W, se le otorga a uno de los artistas que exponen en Artecámara, una sección que presenta obras de creadores emergentes o menores de 40 años y que se podrá ver hasta hoy en Artbo.

‘Nigro’ hace parte de las 27 que se exponen, en una muestra curada por Jaime Cerón a la que llamó ‘El cambio de todo lo que permanece ’ y que tiene propuestas realizadas en distintos medios con un factor común: abordar las tensiones que se dan entre lo urbano y el entorno natural, desde una mirada evocadora o degradada.

Ana María Gómez-Londoño
presentó el video ‘Gymnopedias
y recuerdos ópticos’.
La obra fue escogida por los jurados Santiago Rueda, José Roca y Carolina Ponce de León, quienes curaron además las secciones Referentes y Proyectos en Artbo

Para el jurado, Rueda ganó por “la complejidad de la técnica empleada y el poder iconográfico que logra sintetizar en las imágenes propuestas, y la mezcla y uso acertado de diferentes medios expresivos, como la fotografía, el dibujo y el ensamblaje”, según el acta.

‘Nigro’ muestra un muñeco en madera intervenido con panales y que representa su deseo de ‘ser’, alguien, a partir de metamorfosis que lo acercan a la muerte, a pesar de no ser real.

Ramos nació en 1980, es arquitecto de la Universidad Piloto y tiene una maestría en Artes Plásticas de la Universidad Nacional. En su obra usa objetos como cráneos humanos y animales, que interviene con panales, y se mueve entre el dibujo y la investigación, en grupos como Don’t Panic Colectivo.

Sara Pinilla, con ‘Barrio Policarpa’, y Ana María Gómez-Londoño, con el video ‘Gymnopedias y recuerdos ópticos’, recibieron menciones de honor.

Referentes del arte, en la feria Artbo

‘Radical Writings’, obra de
la alemana Irma Blank.
Una de las novedades de Artbo este año es ‘Referentes’, muestra de artistas que presenta obras de Julio Le Parc, Andy Warhol, León Ferrari y Jesús Rafael Soto, entre otros grandes nombres. La exposición se configuró a partir de las obras que enviaron las galerías que están en Artbo y presenta una serie de relaciones, que una de sus curadoras, Carolina Ponce de León, define como “zonas sensibles en las que se establecen relaciones y asociaciones entre obras que compartían temas o intereses formales”, explica la actual Asesora de Artes Visuales del Ministerio de Cultura.

Es por esto que, más que dedicarse a una década o movimiento artístico, lo que hicieron fue “seleccionar las obras que nos emocionaron y consideramos significativas”, dice Santiago Rueda, otro de los curadores de esta sección.

En la exposición se incluyeron artistas internacionales y colombianos, como Bernardo Salcedo, Luis Caballero o la fallecida Ana Mercedes Hoyos. Otro personaje es Jorge Riveros, quien, según explica Ponce de León, si bien no tuvo el reconocimiento de otros artistas que hicieron abstracción geométrica en América Latina, “tiene una obra seria, sensible, que vale la pena mirar de nuevo para ampliar el gran panorama del arte abstracto geométrico en Colombia”.

Artbo va hasta este lunes 27 de octubre, en Corferias. Cra. 37 n.° 24-67.

‘Colombia, con el mejor arte joven del mundo’

María Alejandra Toro Vesga Cultura y Entretenimiento
Además de coleccionar obras
de artistas consagrados,
Pérez se interesa por los
artistas emergentes.
El coleccionista Jorge Pérez, desarrollador de bienes raíces en EE. UU. y mecenas del arte, es uno de los invitados a la décima edición de ArtBo, que se inicia hoy en Corferias.

Aunque dejó de vivir en Colombia hace más de 40 años, el coleccionista Jorge Pérez no ha dejado de estar vinculado con el país que lo recibió cuando era un niño. Este hombre de 65 años, conocido por ser un gran coleccionista de arte, es uno de los invitados VIP a la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ArtBo), junto con personajes como Jesús Fuenmayor, director de la Cisneros Fontanals Art Foundation, o Tanya Bar-son, curadora de arte internacional de la Tate Modern de Londres.

No en vano, para la directora de ArtBo, María Paz Gaviria, Pérez es uno de los personajes internacionales más importantes de esta feria, que se realiza por décima ocasión y a la que asiste por segunda vez. Y lo hace porque considera que “Colombia tiene hoy en día a los mejores artistas jóvenes del mundo”. Desde que tenía 20 años, Pérez colecciona obras que van desde Diego Rivera hasta grandes esculturas de Sandro Chía u obras de Julio Leparc.

Nacido en Buenos Aires, es un reconocido comprador de arte que se pasea por los estands de las galerías en las principales ferias de arte del mundo como si fuera un niño en una tienda de juguetes. Así lo describen quienes lo acompañan cuando sale de compras o cuando conversa con los artistas, a quienes visita en sus talleres, sin importar el lugar en donde esté.

Por supuesto, el arte colombiano está dentro de su radar. Ha adquirido piezas de Doris Salcedo, Óscar Muñoz, Nadín Ospina, Carlos Rojas, Óscar Muñoz, Olga de Amaral, Mateo López y claro está, de Fernando Botero, a quien visita a menudo en su taller de Pietrasanta (Italia). De hecho, una de sus piezas, Torso masculino (1992), la famosa escultura en bronce de tres metros de alto, que se ha visto en lugares como los Campos Elíseos, en París, hará parte de uno de los lujosos proyectos de vivienda que le han dado fama en Miami (EE. UU.).

Y como la oferta de espacios y de artistas en Bogotá es cada vez mayor, sobre todo si de trata de artistas emergentes o contemporáneos, que son su principal interés en es- ta visita, Pérez estará recorriendo algunas galerías de la capital: “Hay varias que son muy buenas”, afirma. La primera pieza de arte colombiano que adquirió fue de Alejandro Obregón, una naturaleza muerta que hace parte de la colección del Pérez Art Museum Miami (Pamm), antes llamado Miami Art Museum.

Y es que, hoy en día, su colección se divide entre las piezas que están en ese museo y las que tiene en su casa de la Capital del Sol, donde alberga obras de artistas de todos los tiempos y procedencias, que van desde Alex Katz, Joaquín Torres-García o el mexicano Diego Rivera.

Este hombre, catalogado en el 2005 por la revista Time como uno de los 25 hispanos más influyentes en Estados Unidos, ha tenido sus altas y bajas. Sus padres, de origen cubano, abandonaron la isla cuando Fidel Castro tumbó a Fulgencio Batista y se fueron a Argentina, donde nació Pérez. De ahí se vinieron a Colombia, donde se graduó como bachiller del Colegio Nueva Granada. Así comenzaron sus nexos con el país, que se mantienen hoy por hoy por su relación con galeristas y artistas colombianos.

A los Estados Unidos llegó en 1968, “por cosas de la vida, más que todo románticas”, dice Pérez, refiriéndose a una novia colombiana que tuvo durante esa época. Dentro de sus planes no estaba quedarse pues, curiosamente, lo que tenía en mente era estudiar y volver a Colombia, para trabajar en el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (Incora).

Sin embargo, un viaje por el Viejo Continente y una visita a Miami le cambiaron esos sueños. En sus palabras, vio a la Ciudad del Sol “como un lienzo vacío”. Se refería a aquellas zonas menos habitadas y deprimidas y que empezó a reactivar a partir de la construcción, con proyectos que hoy son condominios de lujo.

Así, en 40 años de trayectoria, ha amasado una fortuna que estuvo a punto de perder en el 2007, cuando estalló la burbuja inmobiliaria en Esta-dos Unidos y se precipitaron los temores de una gran recesión.

En medio de la crisis global siguió comprando arte. Es más, su compañía cuenta con un equipo de curadoras que lo acompañan en las ferias y en las subastas y que lo asesoran a la hora de adquirir piezas. Sin embargo, dice el coleccionista que su principal criterio es que las obras le encanten: “No soy un comprador científico ni me interesa si un artista vale más o menos, porque no son obras que vaya a vender”.

Con ese criterio, ha armado una gran colección de obras maestras, que nació porque esa era su forma conservar sus recuerdos de Latinoamérica y, al mismo tiempo, de aumentar el interés en Estados Unidos por la creación artística de esta región. Y aunque el arte latinoamericano sigue estando entre sus favoritos –sobre todo la obra de artistas cubanos emergentes y que, por la situación política de la isla, son poco conocidos fuera de Cuba– hoy en día se ha ido ‘liberando’ un poco y ha ampliado su colección a todos los países.

Ahora, además de coleccionar arte se le ha medido a comisionar proyectos a artistas para los proyectos que desarrolla su compañía de bienes raíces y que van desde instalaciones hasta obras de gran formato, como la que le encargó al argentino Fabián Burgos para uno de sus proyectos, Brickell Heights, y con el cual transformará los pisos destinados al parqueo en una gran pieza abstracta, cargada de color y similar a una de sus obras más conocidas, Veloci-

‘Colecciono para Miami’
Además de poner obras en el espacio público o dentro de sus proyectos, hace un par de años Pérez donó la mitad de su colección, avaluada en 20 millones de dólares, al entonces Miami Art Museum, que en el 2013 reabrió con su apellido encabezando su nuevo nombre, en un moderno edificio con vista a la bahía de Biscayne.

Pero su interés por ofrecer una mayor oferta cultural no se limita a las artes plásticas. Ha sido asesor del Miami-Dade Cultural Affairs Council, miembro del University of Miami Board of Trustees y director del Festival de Cine de Miami. Incluso, ha mantenido relaciones con personajes co-mo Bill Clinton y Barack Obama.

Y así como octubre es el mes del arte en Bogotá, con tres ferias marchando; diciembre se ha convertido en el mes del arte en Miami, en el que se realizarán Art Basel Miami, Art Miami –que llega a su edición 25– y Untitled, una de las ferias ‘satélites’ que buscan enriquecer el mercado del arte y la oferta cultural de dicha ciudad.

Para Pérez, el arte, al igual que los libros, enriquece su vida. No en vano, a pesar de que su compañía llegó a tener pérdidas por un billón de dólares, jamás consideró vender sus obras.

Y su consejo a la hora de iniciar una colección es “amar lo que se está comprando, el mercado del arte cambia mucho”, concluye. Cortesía: The Related Group

Algunas obras donadas por Pérez al Pamm:
1. Wilfredo Lam ‘Doble desnudo II - mujeres recostadas’ (1937)
2. Joaquín Torres García ‘Construcción con dos máscaras' (1949)
3. Diego Rivera ‘Naturaleza muerta’, (1908)Fotos: Pérez Art Museum Miami

Lo que hay para ver este fin de semana
Hoy en ArtBo
2:00 p. m.: Presentación de NC-Lab, Laboratorio de Pensamiento Creativo.
3:30 p. m.: Presentación de ‘El Lobo’, de Antonio Caro.
5:00 p. m.: Mesa redonda: ‘Colecciones institucionales desde y sobre Latinoamérica’, con Tanya Barson -curadora de arte internacional de la Tate Modern (Londres)–, Agustín Pérez-Rubio, director del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), Liz Munsell -asistente curatorial de Arte Contemporáneo del Museum of Fine Arts, (Boston)– y Alma Ruiz, curadora senior del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (Moca).

Otras ferias

Sincronía: Unas 500 obras de 77 artistas, la oferta en el norte de Bogotá. Calle 72 n.° 8-26 y cra. 9.ª n.° 70A -46.

Odeón: proyectos in situ, conversatorios sobre el coleccionismo y obras de 14 galerías se pueden ver hasta el domingo, en el Espacio Odeón: cra. 5.ª n.° 12C-73.

La Feria del Millón: 50 artistas, emergentes y algunos con más carrera exponen en el Centro Creativo Textura, donde se realiza Voltaje, salón de arte electrónico. Hasta el lunes. Carrera 54C n.° 5C-33.

La fiesta que nos abrió las puertas del arte

El viernes empieza la Feria Internacional de Arte de Bogotá, que llega ya a su décima edición.

Por: María Alejandra Toro Vesga - El Tiempo
Las cifras son contundentes: 66 galerías de 30 ciudades de medio planeta, unos 400 invitados internacionales (frente a los 277 del año pasado) y una asistencia que se espera supere los 25 mil visitantes. Por décima ocasión, Corferias acogerá ARTBO, la gran cita del arte contemporáneo, una feria que se ha convertido ya en referente en América Latina y que cada año sorprende con su arriesgada apuesta, que va desde obras en formatos tradicionales como la fotografía o el óleo sobre lienzo y otras más atrevidas hechas con huesos, bolas de pelusa o piezas de ‘origami’ en concreto, como en esta ocasión.



Obras de: 1. Ventoso; 2. Johana Unzueta: 3. Adriana Duque, 4. Elsa Zambrano, 5 y 7. Juan Pablo Garza, 6. David Peña, 8. Fredy Alzate
La Cámara de Comercio de Bogotá creó la Feria en el 2005 para potenciar este segmento a nivel comercial y “para acercar al arte sin miedo”, según manifestó en ese entones su primera directora, Andrea Walker. Diez años después, los resultados de esa apuesta son visibles. Y no solo por el número de galerías participantes, sino por el creciente interés de coleccionistas y curadores por el arte colombiano. Más allá de las cifras, esta gran fiesta hace posible que un artista colombiano llegue a exponer en otro país, que lo represente una galería en el extranjero o que una de sus obras sea adquirida por un coleccionista e incluso que haga parte de instituciones o museos en el exterior.

ARTBO es, además, un evento que reúne, en un solo lugar, las tendencias en arte contemporáneo a nivel internacional y permite que en Colombia se puedan apreciar y adquirir obras de centenares de artistas de la talla de Andy Warhol, Julio le Parc o Marco Maggi.

Por otra parte, la consolidación de la feria ha generado actividades simultáneas que activan y fortalecen la movida artística de octubre, el mes del arte en Bogotá. Están, por ejemplo, las ferias que se llevarán a cabo desde el jueves –Odeón y Sincronía– y desde el sábado –la Feria del Millón–, así como la apertura de exposiciones en galerías y diversos espacios.

Otra gran apuesta de ARTBO es acercar el arte a diferentes públicos. “Ha sido muy significativo ver cómo empieza a crecer ese interés. De 20 mil asistentes que hubo en el 2012 se pasó a 25 mil el año pasado”, dice su directora, María Paz Gaviria.

En paralelo con la sección
Principal –donde estarán galerías como Christian Lethert (Alemania), Luisa Strina (Brasil) o Travesía Cuatro (España)–se realizarán actividades para todas las edades y visitas para estudiantes de colegios y universidades. No importa si es un coleccionista incipiente o experto, un estudiante de arte o un niño, la invitación está abierta a vivir, desde este viernes y hasta el próximo lunes, ARTBO, arte en todo su esplendor.


Obras de: 9. Ana Vidigal, 10. Marco Montiel, 11. Atelier Van Lieshout-Female Fertility Sculputure., 12. Alberto Borea, 13. Henrique Oliveira

No deje de ver...
La oferta de ARTBO es tan amplia como diversa. EL TIEMPO escogió algunos artistas, galerías y eventos que no debería perderse. Da igual si es experto o no. Solo déjese llevar y abra sus sentidos.

1. Las lámparas escultóricas del mexicano Jorge Pardo, uno de los artistas más representativos del cruce entre arte, diseño y arquitectura.

2. Maisterravalbuena, una galería madrileña presente en la feria por primera vez. Tiene una de las propuestas más importantes de arte conceptual.

3. La programación del Foro académico.

4. La editorial Tijuana será una de las invitadas principales de la sección Libro de artista.

5. Los talleres de ArticulArte (ver recuadro).

Los artistas más influyentes
Por primera vez, la Feria tendrá una sección dedicada a resaltar la obra de artistas que fueron y que siguen siendo influyentes para el arte contemporáneo. En la sección ‘Referentes’ se mostrarán trabajos de artistas de Colombia, Perú, Argentina, Venezuela y EE. UU., entre otros. Los curadores Santiago Rueda y Carolina Ponce de León se basaron en obras y artistas que comparten temas como “la geometría, la abstracción o corrientes del arte conceptual”, dice Ponce de León.

¿DÓNDE Y CUÁNDO?
Del 24 al 27 de octubre. Corferias. Cra. 37 n.° 24-67. Bogotá. Tel: 381-0000. Boletas. 8.000 y 22.000 pesos. Niños menores de 10 años entran gratis.

Artecámara: los emergentes
Esta sección, que nació con la primera edición de ARTBO, muestra el trabajo de artistas menores de 40 años que no tienen representación comercial de una galería. Para esta edición se recibieron 744 propuestas de artistas y colectivos de Bogotá y de otras ciudades, de los cuales fueron seleccionados 48 artistas. Bajo el nombre ‘El cambio de todo lo que permanece’, Jaime Cerón, quien seleccionó a los participantes, manifiesta que en la muestra habrá referencias a entornos urbanos y naturales y a las tensiones que se presentan entre ambos, a través de obras hechas con polvo, animaciones, fotografías o instalaciones. Por otra parte, por primera vez participarán en la feria espacios autogestionados, que para este año son: La Agencia (Bogotá). La Mutante (Bucaramanga) y La Nocturna (Cali). Cada uno presentará una propuesta diferente, en la que se cuestionarán aspectos como el arte como mercancía o la circulación y el fortalecimiento de proyectos artísticos que no necesariamente se inscriben en un circuito comercial.

Proyectos: la estética del objeto
En esta sección, que incluye artistas con representación comercial, se presentarán 14 proyectos que giran en torno a la temática ‘El uso estético del objeto’. Participarán, entre otros, Daniel Acosta, Ana Laura Aláez, Los Carpinteros y Nicolás Consuegra. La curaduría estuvo a cargo de José Ignacio Roca.

ArticulArte: de visita en un taller
Este año, ArticulArte (conocida antes como el Pabellón Pedagógico) le mostrará al público cuál es el papel del taller para un artista y todo lo que conllevan el proceso creativo y de producción de una obra. Los asistentes a la feria podrán tomar talleres con artistas como Paulo Licona, Verónica Lehner o Antonio Caro.

Manuel Hernández: la sublimación del signo

El pintor bogotano, pionero de la pintura abstracta en el país, murió ayer, a los 85 años.
Octubre 02 de 2014 Tomado de Periódico El Tiempo

La muerte del maestro Manuel Hernández priva al país de uno de los artistas de raciocinios más contundentes y de más amplios alcances a lo largo de su historia.

La obra de Manuel Hernández ha sido calificada
con los adjetivos de abstracción lírica,
emocional y simbólica. Su pintura salió
airosa de cada innovación.
Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO
El logro de su producción, no solo como una propuesta estética particular y trascendente, sino en lo relativo a la transmisión de los conceptos que le dieron origen, a la libertad con la que confrontó el arte en relación con los pronunciamientos de la crítica, y a los copiosos frutos de su ejemplo y de sus enseñanzas, le han deparado un puesto de primera línea, no solo en su país, sino internacionalmente.

Durante su época de estudiante en Colombia y en Chile en los años cuarenta, Hernández dio claras muestras de su talento, no siendo extraño que su obra hubiera encontrado una rápida aceptación en el medio colombiano al iniciarse la década siguiente. En esos años practicaba una pintura figurativa moderadamente expresionista, la cual le deparó no pocas distinciones, entre ellas el primer premio del Salón de Artistas Nacionales, el más importante de los reconocimientos otorgados en el país en el área de la plástica.

Pero Hernández no estaba satisfecho con la aceptación de que gozó su producción en ese lapso. En su fuero interno sabía que no había logrado lo que se había propuesto: la originalidad, un estilo pictórico propio, es de-cir, las metas que, como buen artista moderno, había vislumbrado para su producción. En consecuencia, al iniciarse la década de los sesenta viajó a Italia a continuar sus estudios y a cumplir con un ritual que era imperativo para los artistas latinoamericanos de su época: “visitar los museos y experimentar la historia del arte occidental en carne propia”.

En Europa, bajo el influjo de la Escuela de París, decidió revisar sus argumentos y darle un vuelco a su trabajo liberando sus impulsos expresivos y otorgándole a la pintura la autonomía que le habían concedido los planteamientos modernistas. Se unió al propósito de artistas de distinta procedencia en el ideal de encontrar un lenguaje universal capaz de lograr el entendimiento entre los hombres, y se acogió de lleno a la abstracción, viajando posteriormente a Nueva York, con el propósito de afinar, de depurar lo que empezaba a perfilarse como los cimientos sobre los cuales decantaría los valores de lo que hoy se reconoce como una de las obras más logradas e influyentes del arte moderno latinoamericano.

Esta obra se vio en la exposición
‘La evolución estética del signo’,
en el Museo de Arte Moderno de
Barranquilla, en el 2012.
Ahora bien, a Hernández le interesaron los procesos desarrollados en París y en Nueva York, pero ninguno compendiaba realmente todas sus ideas. El artista había iniciado su indagar en la abstracción, y sabía que estaba en el carril que le correspondía, pero seguía buscando su destino, explorando por una manera de pintura singular, honesta y eficaz para transmitir tanto la agudeza de su sensibilidad como sus pensamientos sobre arte.

La primera exposición que presentó en Bogotá después de ese periplo permitió comprobar plásticamente los nuevos rumbos de su producción, pero la crítica no fue entonces muy entusiasta con su obra guardando un impugnador silencio. El artista, sin embargo, dando ejemplo de una actitud independiente y honesta, continuó insistiendo en sus propósitos, haciendo claro que su meta de lograr una manera de expresión pictórica que fuera simultáneamente propia y comprensible globalmente no tenía reversa.

Al finalizar la década de los sesenta, Hernández logró la principal ambición de los artistas en ese momento: la concreción de un lenguaje particular con el cual expresar sus ideas y percepciones, y en su caso, que fuera además fiel a su certeza acerca de la capacidad de la pintura de transmitir contenidos sin tener que recurrir a la mímesis ni a la anécdota.

En sus obras de inicios de la siguiente década se pueden identificar un espacio indefinible y monocromático y unas formas centrales de co-lores contrastantes; formas que habrían de ajustarse has-ta conformar una especie de alfabeto, con el cual el artista insistiría en que la plástica latinoamericana no tenía por qué limitarse a contar las historias que en los centros del arte internacional se esperaba que contara, sino que podía ser tan intelectual y tan compleja como el arte de los países tecnológicamente más desarrollados.

Pues bien, ese alfabeto está compuesto por una serie de signos que surgen de variaciones del artista a partir de rectángulos y elipsis, pero cuyo sustento geométrico desaparecería casi de inmediato al combinarse con una fuerte dosis de automatismo y espontaneidad. La inusual simbiosis se hizo especialmente evidente en sus dibujos, una práctica artística que acompañó todos los períodos de su producción y que constituye uno de los más refinados testimonios de talento, sutileza e imaginación elaborados en Colombia a lo largo del último medio siglo.

Dichos signos que pueden describirse como óvalos y bandas un tanto irregulares y como una especie de letra ‘eme’ igualmente variable le permitieron al artista expresar no solo su visión de la función y posibilidades de la pintura, sino plantear verdades sin fisonomía, pero no por inmateriales menos reales, como suspensión, tensión, contacto, alejamiento, balance y equilibrio.

Podría decirse entonces que para inicios de los setenta Hernández había logrado gran parte de sus sueños pictóricos; pero el artista no era persona de regodearse en sus propios logros y continuaría profundizando en ellos, ampliándolos, extendiéndolos, al igual que enriqueciéndolos con nuevas consideraciones cromáticas y espaciales.

Una obra llevaba a la siguiente en una permanente floración de ideas, de oportunidades inéditas y de asociaciones inesperadas: aumentó la escala de sus pinturas, redujo el número de colores en cada obra, los matizó y los cargó de densas transparencias, las cuales le otorgaron cierta calidad atmosférica coincidente con el carácter más fluido y volátil que les había asignado a los signos. Los bordes de las for-mas se tornaron irregulares e imprecisos, permitiendo observar residuos de capas anteriores de pintura, los cuales a su vez les concedieron cierta espacialidad a los fondos, que empezaron a insinuar una profundidad radiante y cósmica.

Más adelante, Hernández experimentó con la manera de aplicación del pigmento, haciéndola más gestual y más gaseosa. También le añadió carboncillo a la pintura enriqueciendo las superficies con sutiles grafismos. En ocasiones ubicó las for-mas entre una especie de bruma que las oculta parcialmente; en otras ocasiones, signos de más aliento parecen absorber los más pequeños. Otras veces contrastó cromáticamente los signos con los fondos, y en otras oportunidades les permitió mimetizarse con ellos. Siempre, no obstante, conceptos como devenir, fluir, infinito, indefinible, inaprehensible aparecen en la mente del observador, dando una idea de la magnitud de su logro pictórico, puesto que se trata de la visualización de nociones, no solo abstractas sino incalculables y eternas.

Ahora bien, así como puede afirmarse que el artista no se repitió jamás, también puede afirmarse que su pintura no cambió nunca su marco conceptual desde que el artista cayó en cuenta de que la libertad y la particularidad que le permitía la abstracción eran lo suyo. Y esta prolongada persistencia en similares pero siempre diferentes planteamientos le permitió una permanente renovación, un continuo ahondar en lo alcanzado, en bus-ca de nuevos preconceptos para remover y de nuevos horizontes para escudriñar.

En otras palabras, la de Hernández es una pintura que si bien hace manifiesto su origen en la sensibilidad, en las facultades del sentido de la vista para implantar ideas, sentimientos y emociones, también revela una profunda fe en el hombre y sus designios, una gran confianza en los alcances del racionalismo que encauzó su evolución a través de reflexiones y de lógica, y cuya inusual combinación de mente y piel, de intelecto y percepción intuitiva, constituyen su sustento filosófico.

Mirada retrospectivamente, resulta evidente que su pintura salió airosa de cada innovación a la cual fue sometida, y que es una pintura positiva y triunfante. Su obra, más que ninguna otra, le enseñó al público colombiano a ver pintura, a pensar en los atributos de la pintura, a gozar de la pintura, puesto que en su trabajo to-dos los indicativos de calidad formal: color, textura, línea, forma y trazo, patentizan arraigadas miras de excelencia.

En los últimos años, Hernández incursionó en la escultura, solidificando sus signos y otorgándoles un peso y consistencia desconocidos, pero sin que perdieran visualmente su fluidez. Y al iniciarse el siglo XXI e irse consolidando nuevos valores a través del arte denominado contemporáneo, ya era perfectamente claro que la obra de Hernández se contaba entre la de los pocos artistas colombianos que habían previsto que el arte tomaría un rumbo más intelectual, más de reflexión, y que habían servido de enlace entre el arte de representación y el arte de signos y de ideas.

Sus aportes ensancharon los parámetros de la expresión creativa abriendo las mentes de muchos artistas posteriores, para quienes, gracias a su ejemplo, el arte dejó de ser un problema de estilos y de alegorías, para convertirse en una forma de comunicar pensamientos, actitudes y conocimientos.

"Me inspiro en las formas geométricas que reproducen una variedad de signos"
Manuel Hernández
Pintor Colombiano

"Su obra, más que ninguna otra, le enseñó al público en Colombia a ver pintura, a pensar en sus atributos y a gozar de ella"
Eduardo Serrano
Critico y Curador de Arte

La herencia de Ana Mercedes Hoyos

De: Eduardo Serrano - Especial para El Tiempo


Hizo un arte lleno de sabiduría y exquisitez y fue ejemplo de dignidad y pulcritud artística. Así describe el crítico Eduardo Serrano a Ana Mercedes Hoyos, la pintora y escultora bogotana que murió ayer a los 71 años.

La obra de Ana Mercedes Hoyos constituye uno de los más sobresalientes logros del arte latinoamericano de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Su trabajo fue coherente con su ánimo creativo y con su tiempo; como pintora, alcanzó una sabiduría y una exquisitez poco común en el arte nacional, y como escultora, modalidad a la cual se dedicó en sus últimos años, abrió caminos inéditos e hizo señalamientos cuyos alcances, tan-to artísticos como sociales, perdurarán indefinidamente.

Una de las piezas del tríptico
'Ma fruta ata freko'.
Milton Diaz
Ana Mercedes Hoyos fue siempre, además, un ejemplo de dignidad y pulcritud artística; una pintora y escultora independiente que no buscó nunca manipular los sistemas del arte en su propio beneficio, que no hizo parte de juntas asesoras ni de conciliábulos excluyentes, que lo único que le importó fue su trabajo, y por supuesto, también, San Basilio de Palenque, pueblo a través del cual se introdujo en el tema de la afrocolombianidad y de la esclavitud a cuya revisión e investigación dedicó los últimos años de su vida.

Ana Mercedes comenzó a destacarse en el panorama artístico nacional en los años sesenta del siglo pasado, cuando cursaba estudios en la Universidad de los Andes y su trabajo, que involucraba temas publicitarios, estaba estrechamente relacionado con el movimiento pop, el cual absorbía por ese entonces la atención de los artistas de vanguardia.

Poco tiempo después, sin embargo, comenzó a tomar una senda cada vez más reduccionista, menos interesada en los detalles y rayana en la abstracción.

Es el período de sus representaciones arquitectónicas y en particular de sus Ventanas, lienzos en los cuales la geometría, planteada a través de un colorido plano, juega un papel preponderante. Lo curioso de su pintura de esta época es que, a pesar del raciocinio geométrico y constructivo que la guía, sus trabajos nun-ca renunciaron a representar la realidad y, más aún, nunca renunciaron a un enfático realismo que les otorga un carácter singular y paradójico a su producción.

Vista general de ‘Ana Mercedes Hoyos Tres-D’,
retrospectiva de la artista, que se vio este año
en Nueveochenta. Rodrigo Sepúlveda
Pero la artista iría acercándose cada vez más al vano de la ventana, concentrándose en el espacio impreciso detrás la geometría, hasta reducir la referencia arquitectónica al formato mismo de los lienzos y hasta plasmar únicamente el cielo, o mejor, encuadres del firmamento que, a pesar de permitir identificar, con algo de esfuerzo, tonalidades azulosas, eran prácticamente blancos. Estos trabajos fueron bautizados como Atmósferas y, co-mo era de esperarse, resultaron totalmente incomprensibles para el público que no atinaba a seguir su raciocinio puesto, que todavía equiparaba la calidad artística con la dificultad interpretativa, pero no así para la crítica que supo identificar uno de los procesos reduccionistas más ingeniosos y particulares llevados a cabo en ese momento de orientación minimalista, ni para los conocedores que le otorgaron a uno de estos lienzos el Primer Premio en el Salón de Artistas Nacionales (1978).

Puede decirse que su obra había llegado –siguiendo los planteamientos modernistasal máximo del rigor, a una especie de vacío, de carencia de motivaciones y de expectativas. Pero es en ese momento cuando toma la determinación de regresar el arte a la vida, de devolverle su injerencia en lo pertinente al individuo y a la sociedad, y de reanudar la exploración de las infinitas posibilidades de emoción, de gozo, de entusiasmo, de furia o de tristeza que se encuentran día a día, optando por adentrarse nuevamente en la pintura figurativa y de imbuirle diversas reflexiones, ya no sobre el arte mismo, sino sobre el mundo y sobre la vida.

Después de un período de pinturas circulares como sus Girasoles, con los cuales armaba instalaciones complementadas por los sugerentes colores que aplicaba a los muros, la artista pasó a la representación de naturalezas muertas referidas a varios capítulos de la historia del arte, pero especialmente a las ‘palanganas’ con frutas que las palenqueras portan sobre sus cabezas y ofrecen en las playas de Cartagena para calmar la sed de los turistas.

Son trabajos que no siguen la ortodoxia de las naturalezas muertas, puesto que son representados en espacios exteriores y respetan el orden geométrico que las palenqueras les otorgan en sus cortes y distribución: los pedazos de patilla mirados de frente son círculos, las piñas, poliedros, los segmentos de papaya o de melón, triángulos, y así sucesivamente. Todo esto revela no solo la agudeza visual de la pintora, sino la sabiduría in-memorial de las palenqueras en estos menesteres y su rancia y especial manera de mirar las frutas, de apreciarlas y de abrir su apetitoso interior.
Los girasoles fueron otro
elemento constante en
la obra de Ana Mercedes
Hoyos.
Pero los bodegones de Ana Mercedes Hoyos son apenas la parte inicial de su trabajo sobre las costumbres y características de San Basilio de Palenque. La artista realizó pinturas, por ejemplo, acerca de la afición de los palenqueros por el boxeo y el fútbol, sobre los juegos comunitarios y los desfiles religiosos que se llevan a cabo en esta población calurosa, polvorienta y pobre, pero que son un despliegue de tradiciones y de elegancia, según puede comprobarse en los alumnos de las escuelas que marchan, con sus uniformes impecables, al compás de tambores y sobre todo de bombos decorados con la bandera nacional y manejados por atractivas adolescentes.

No sobra precisar que los palenques o poblaciones de esclavos evadidos fueron atacados en numerosas ocasiones por las fuerzas gubernamentales, pero que los palenqueros de San Basilio se las arreglaron para permanecer libres y conservar parte al menos de su modo de vida, de sus hábitos y de sus preferencias en diversas materias. Y es por esta razón que los palenqueros no fueron considerados por la artista únicamente como un ejemplo connotado dentro de la diversidad cultural de la sociedad colombiana, sino como un emblema viviente de autonomía, de independencia, de rechazo a todo tipo de sometimiento. La nobleza que les confiere saber que sus antepasados se mantuvieron erguidos y lucharon ferozmente por su emancipación es perfectamente reconocible en la actitud airosa y en el latente orgullo que se percibe en las representaciones de Hoyos.

Más recientemente, la artista había incursionado en la escultura produciendo en bronce unas cabezas de palenqueras de grandes dimensiones que recuerdan a las esculturas de Benín y que ostentan lazos de pátinas de distintos co-lores que les otorgan una vivacidad acorde con su temperamento. Cada vez era más claro, sin embargo, que su obra había ampliado su horizonte y que ahora estaba referida en primer término al tema de la esclavitud, al tráfico de personas con fines económicos que ha existido, tal vez desde siempre en el planeta, aunque su pintura enfoca particularmente el caso de la esclavitud africana y de la población afrodescendiente de Colombia.

Estas últimas obras se desarrollaron a partir de un mapa de América, en el cual se hallan contenidos los cinco virreinatos españoles donde el comercio de esclavos fue un rasgo de ignorada importancia en la conformación de las sociedades y culturas resultantes. También se desarrollaron a partir de las imágenes del Brooks, famoso barco negrero donde eran trasladados los esclavos en condiciones infrahumanas al continente americano y cuyas características la artista convirtió en una instalación que permite imaginar su sufrimiento.

La artista posa junto a
una de sus obras.
Foto: Gilma Suárez
Es decir, sus últimos trabajos estuvieron referidos a temas relativos a la historia, circunstancias y situación de las comunidades afro en Colombia, y sobre todo a la fuerza de sus tradiciones, de sus convicciones y creencias, las cuales han sobrevivido a pesar de la precariedad de sus condiciones y de la continuada aculturación de que han sido objeto. También ha registrado su manera de expresarlas a través de manifestaciones inconscientes pero que la artista ha identificado y ha señalado co-mo una especie de símbolos, o por lo menos de elementos elocuentes acerca de sus particularidades culturales.

Y así como las palanganas con frutas son uno de esos símbolos, también lo son los cuchillos, los barcos de esclavos, los tambores y los lazos. Lazos que no sólo hablan de tradiciones, ya que son un elemento reconocible en viejos atuendos africanos, sino de conceptos como el de gusto y elegancia referidos a los palenqueros.

Los lazos han sido elementos ornamentales en el vestuario de prácticamente todas las culturas. Pero no este lazo en particular, con sus grandes argollas y su suave caída brotando de un nudo central y conformando, por medio de las líneas que demarcan sus for-mas, una especie de telaraña o de complejo tejido que invita a ser representado a través de la sinuosidad.

Y eso es lo que ha hecho Ana Mercedes Hoyos, porque a pesar de tratarse de óleos sobre lienzo, estos trabajos son ante todo dibujos: concreciones de ideas a través de líneas creadoras de planos, contornos, perspectiva, volumen y espacio; representaciones gráficas de refinadas costumbres y acendrados valores que se traslucen en actividades tan simples y corrientes como las de atar y engalanar.

La obra de Ana Mercedes Hoyos constituye, en conclusión, un invaluable legado para la cultura colombiana. En cada una de sus etapas, la artista aportó un singular y elocuente punto de vista y una particularidad perfectamente concatenada con sus valores artísticos y humanos. Su nombre perdurará en la historia el arte como un ejemplo de talento y recursividad, como el de una artista para quien la obviedad no fue nunca un señuelo y como el de una pintora que, sin inmiscuirse en los egoístas tejemanejes del arte, logró ejecutar una de las obras más sensibles e inteligentes que han surgido de la sociedad colombiana.

“Su obra constituye un invaluable legado para la cultura colombiana”.

La obra viva de Roda

'Auto-retrato' 1982 Técnica mixta
sobre papel 70 x 64
Colección particular
POR MARÍA MARGARITA MALAGÓN •KURKA *
En nuestra vida diaria nos enfrentamos a estímulos cambiantes provenientes del mundo exterior -ruidos, comportamientos, colores, movimiento, luces- y del interior -emociones, sentimientos, recuerdos, olvidos- que nos producen sensaciones simultáneas de desorientación y excitación. Percibimos esta realidad como algo caótico hasta que logramos encontrar un orden que le da sentido y nos permite reaccionar con una cierta calma y coherencia. Es posible experimentar esto mis-mo al visitar esta exposición. En este caso, las sensaciones de incertidumbre y fascinación pueden atribuirse al hecho de que confrontamos obras inquietantes e intrigantes, producto del apasionado compromiso del artista con la creación de una obra viva. Al igual que los estímulos recibidos en la vida cotidiana, la vitalidad del trabajo de Roda implica aspectos cambiantes, caóticos y ordenados. La experiencia simultánea de estos se debe a que Roda hace énfasis no en el momento en que se tiene la tranquilidad de haber ordenado lo que parecía incontrolable, sino en el momento en que ese orden es vivido aún en potencia, como uno más entre muchos otros posibles. Su obra, compuesta por dibujos, grabados y pinturas, nos confronta así con el caos en transición hacia posibles formas de organización.

A lo largo del recorrido de la exposición es posible reconocer las cambiantes interacciones entre los componentes que el artista utiliza en su proceso creativo, afines a otras actividades como la literatura, la música, la danza e incluso el diario interactuar con el mundo en derredor: elementos estructuradores, como figuras geométricas, brochazos y colores, que ofrecen un sentido de orientación, tanto para el artista como para el espectador. Un vocabulario expresivo, en parte dejado al azar, como los chorreados, y en parte escogido por el artista de colores, líneas, texturas, figuras y conceptos. Un espacio dinámico de planos, superficies y profundidades. Finalmente, una dimensión temporal generada por los procesos involucrados en la elaboración de las obras, por la duración requerida para su contemplación y producida también por los cambios ocurridos a lo largo de la carrera del artista.

La exposición está organizada en cuatro secciones correspondientes a etapas temáticas, que incluyen una selección de trabajos representativos de cada una de ellas:

Buscando claves en la historia europea y en las superficies del cuadro: esta sección comprende la primera etapa de la obra, la cual empieza a definirse en la década de los cincuenta, inicialmente en París y luego en Bogotá. Los primeros trabajos permiten identificar elementos por medio de los cuales Roda se aleja de una reproducción fiel de la realidad para concentrarse en las posibilidades que ofrece la realidad misma del cuadro.

'Retrato de Evangelina Pineda',
1978 Lápiz sobre papel. 70 x 50
Colección particular
Incidiendo en el metal y en la condición humana: esto lo hace explorando la capacidad expresiva de las superficies a través de los pigmentos, las texturas, las líneas y las manchas de color, en relación con temas interiorizados por él como el de la historia española y personajes simbólicos históricos y literarios. Las series de grabados elaboradas por Roda durante la década de los setenta permiten reconocer su constante interés por pasiones humanas como el poder, la mística, el sexo y la definición de la propia identidad. En esta sección se hace evidente cómo los procedimientos de las diferentes técnicas del grabado le permitieron profundizar en el desarrollo de un lenguaje plástico propio.

Adentrándose en la naturaleza y el paisaje: los trabajos de mediados de los ochenta en adelante involucran a la naturaleza física, a la geografía humana y a la historia, consistentemente filtra das' por el artista. En ellos es posible percibir que las sutilezas tonales logradas en los grabados desembocaron en un nuevo lenguaje abstracto y expresivo, gracias al cual Roda logró crear en sus nuevas pinturas mayores profundidades y matizadas atmósferas de color.

Sumergiéndose en la pintura y en las profundidades : la luz creada por medios pictóricos se convirtió en el eje central de sus últimas series. De un estilo pictórico que salía' hacia el espectador desde la superficie del cuadro, pasó a otro en su etapa madura que invita al espectador a entrar' en el espacio pictórico y sumergirse en la cambiante luminosidad y, paradójicamente también, en la oscuridad de la imagen.

La obra de Roda ofrece ricas oportunidades y diversos desafíos a quien la afronta desprejuiciada y libremente. Por un lado, hace posible una experiencia estética profunda posibilitada por la compleja interacción entre los diversos componentes visuales. Por otro, invita a la construcción, desde la interioridad de cada observador, de un or-den personal a partir de la realidad artística que contiene en potencia múltiples posibles órdenes significativos. Es un proceso análogo al que implica la creación de sentido en la existencia cotidiana.

* Curadora

"... las sensaciones de incertidumbre y fascinación pueden atribuirse al hecho de que confrontamos obras inquietantes e intrigantes, producto del apasionado compromiso del artista con la creación de una obra viva".